viernes, 30 de enero de 2009

Puerto de Portimao


La calma previa a la tormenta.

Tenues rayos de sol jugueteando en los juguetes.
El horizonte se alarga sobre un mundo macilento,
y las calmadas horas se estiran, se acalambran,
se deshacen en tormentosas hojas, y en silencios.
  
Las nubes tiemblan de dolor cuando nos quitan,
el resplandor naranja de un atardecer cansado,
una música incolora desmenuza la calma,
las fuerzas naturales se agitan y galopan,
y el cielo arrepentido, hace un mohín y llora.
  
El mar, el viejo mar, lanza un quejido.
Las olas se encabritan mordisqueando acantilados.
Y un poco más acá, por las calles tapizadas de conchillas,
un repentino temor se mete entre la gente,
que tienen gente amada navegando,
en frágiles barquitas amarillas.

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